Carolina se presenta ante nosotros
como un espejismo en el desierto.
Es la sal de los mares.
Viento de poniente.
Jarabe.
No te vayas le digo.
Carolina no te vayas,
que aún tengo toda la noche por delante,
y es preciso sostener
65 kilos de hueso y carne
o subyugar la avalancha
de las memorias de faquir.
No tengo 100 euros
pero saldré a romper cristales
65 cristales por el toque de tus dedos
que me hacen más llevadera la estancia.
Le digo, no te vayas Carolina
que aunque siempre es tarde en mi reloj
aún tengo toda la noche por delante
y 65 huesos como clavos
ardiéndome en la carne.
lunes, 17 de octubre de 2011
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