miércoles, 6 de octubre de 2010

Pecado Capital I

Horadar el pecho hasta el límite de la oración.
Hasta hallar tú nombre en el desierto
y un viento de lino descubra las huellas
que los camellos robaron a tu paso
entonces sí podrás ver
bajo una lluvia de tejas
ballenas ardiendo gaseosas
resplandecientes sobre el mar.

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