lunes, 13 de diciembre de 2010

le surreáliste (cont.)


6

Esto no es, no puede ser bueno. Definitivamente no hará que mejoren las cosas entre nosotros y de seguro me mantendrá atado a vos por un largo tiempo. Y digo esto de dar vueltas como una mosca sobrevolando esa muesca de caramelo que dejó sobre la mesa el dulce que alguien ya se llevo a la boca. Pero me juro a mí mismo que ya no, que es la última carta, que después de esta, y de una vez por todas, viviré mi vida, me olvidare de vos y le rezo a dios para que me de fuerzas…pero en medio pasan cosas…accidentes que me minan la moral, problemas en casa que me hacen ver lo pequeño y vulnerable que soy y entonces me encierro a llorar…la tristeza es un vaso y te juro que es posible que alguien se ahogue en un vaso de lagrimas… Yo no te pido que lo entiendas, y a decir verdad ni siquiera yo estoy seguro de qué es lo que busco diciéndote todo esto.

En lo que va de día ya me tome 5 aspirinas. No sabes lo mucho que me duele la cabeza y como me pone de malhumor. No hago más que darle vueltas y soy como una maraña de alambre inflexible y oxidado. Para colmo tengo prohibido beber. Antes por lo menos me iba por ahí y me pegaba unas buenas juergas, pero eso ya es pasado. Un pasado que nunca se termina del todo pero que voy superando día a día. Pero con vos es distinto. No se trata de algo que debo superar. El dolor no se supera. Al dolor hay que desgastarlo. Fumarlo hasta que no quede en el nada que pueda ser reciclado.


7

Hoy fui a la plaza del ajedrez a jugar unas partidas. El cielo estaba nublado pero hacía calor y a pesar del gentío, el pueblo tenía aspecto de algo soñado. Sólo había una mesa ocupada. Un yonqui con su tablerito de madera algo pintarrajeado, quizá por un niño, puede que por él mismo. Le pregunte si jugaba y me sonrío impaciente, frotándose las manos en los pantalones. Unas manos sucias y como con guantes de cirujano que le quedaban ridículamente grandes. Desde mi ángulo de visión su cara era un triangulo anguloso. Pómulos como cuernos y quijada estrecha.

Él, que jugaba con blancas planteo la española y yo acepte. Su juego era agresivo pero sin profundidad, como si intentara hacerme daño con una espada de cartón forrado de papel albal. En pocas jugadas le di jaque mate. Se suele apostar un euro, algo simbólico, por partida. Yo no tenía intención de apostar con él, pero ni bien acabo la partida me extendió su moneda. No sólo no la acepte sino que le di un euro más. Volvió a sonreírme y su cara se plegó como un bandoneón y cuando dejo de sonreír las arrugas seguían allí. Que si jugábamos otra, que lo haría mejor…y yo, por qué no. Esta vez me toco a mí jugar con blancas. Antes no lo había notado, pero ahora cuando agarre el peón de rey para hacer mi primer movimiento pude sentir la rugosidad grasosa de la pieza. Inmediatamente tuve la sensación de haber rozado sin querer la mano del yonqui y me sentí conmovido y asqueado. Él, insistiendo en su juego agresivo planteo la defensa siciliana y cayó en una conocida celada con mate en 10 jugadas.

Coño! Joder!...hoy no sé que me ocurre…que le diera la revancha…y yo que sí, que jugaría una más…lo que no fue verdad…porque después de esa vino otra y otra más…a medida que las partidas se sucedían su juego se volvía más defensivo. En la última partida, tras superar las jugada 17, me miro y me dijo…esta vez sí que te costara entrarme…me he montado una buena defensa aquí…y cuando terminó de decirlo le jugué un sacrificio de caballo sobre su enroque y mate en 3 jugadas…tu eres profesional…me dijo…y yo, que va…hace menos de un año que juego…y enseguida le solté mi frase favorita…la que les digo siempre a los tipos con los que juego…No es que yo sea muy bueno, lo que ocurre es que vos sos muy malo…

Me despedí prometiéndole que volveríamos a jugar y ahí se quedo, mirando el tablero donde las negras dan mate al rey blanco. Me pareció verlo hablar a sus piezas, y es muy posible que así fuera. Había algo de organismo vivo en aquel tablero. Puede que aquel tipo no fuera después de todo un yonqui sino, más bien, un enfermo del ajedrez y lo supongo porque a mí también me ocurrió no hace mucho, llegue a pesar 50 kilos, sin exagerar.



1 comentario:

  1. Las cartas nunca han sido mi juego preferido de hecho, no sé jugar demasiado bien a ellas.

    Abrazos.

    ResponderEliminar

El Modo

este que se arrastra por las calles entre la gente el que se pasa el día llorando en un cuarto oscuro deseando estar muerto no soy yo ahora ...